Por Tania Orbe
Tras las multitudinarias manifestaciones por la ciencia en unas 610 ciudades del mundo el 22 de abril, Día Mundial de la Tierra, la discusión es para qué sirvieron estas marchas.
Los organizadores de March for Science publicaron en su web que ahora empieza la ‘Semana de Acción’. “…trabajamos para acercar la ciencia y los beneficios de la investigación científica a los que más lo necesitan… Instamos a nuestros líderes a utilizar los poderes de sus oficinas para proteger y elevar el papel de la ciencia en el servicio a la sociedad”, reza en sus compromisos.
No faltan aplausos y críticas a este movimiento. Hay investigadores que creen que esta convocatoria es partidista, lo cual hace que la ciencia tome una cara de reclamo político. Y hay otros científicos que se suman a la protesta en contra de los recortes de presupuesto a la investigación y en reproche a la desidia de las naciones para invertir en ciencia y tecnología con interés público.
Sin embargo, por más distancia que la comunidad científica desee establecer entre la política y la investigación, es innegable ese vínculo en estas manifestaciones.
El movimiento March for Science aclara que la marcha no debe ser entendida como una protesta por los recortes en la ciencia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Pero fue esa precisamente la motivación para convocar a cerca de 75 000 personas un mismo día en cuatro continentes: Asia, Europa, África y América.
La idea se incubó en redes sociales bajo el lema “Ciencia, no silencio” para marchar en Washington pero rápidamente tuvo eco mundial. No solo estuvieron investigadores, docentes y estudiantes, sino sus familias, amigos y divulgadores científicos.
Las marchas en América Latina y el Caribe
El mismo origen que las marchas tuvieron en 400 ciudades de Estados Unidos se replicó en América Latina: las redes sociales. A través de Twitter y Facebook se hacían las invitaciones a adherirse a las actividades del 22 de abril que no solo eran caminatas sino también charlas, ferias o exposiciones.
La Red de Ciencia y Desarrollo SciDev.Net reportó que unas 60 ciudades de 11 países de la región se unieron —con mayor o menor convocatoria— a la Marcha, esto supone un 10 % de todos los eventos en el planeta.
De los vecinos más cercanos a Ecuador, la presencia más fuerte estuvo en Colombia con marchas en Bogotá, Barranquilla, Bucaramanga, Cali y Medellín. Pero, en el sur, países como Perú, Paraguay, Bolivia, Uruguay y Venezuela no organizaron actividades.
La única manifestación de Ecuador
“Curiosamente, para esta manifestación internacional no hay pronunciamiento de autoridades ecuatorianas, ni de academias de científicos, ni agrupaciones de ciencia, excepto la Sociedad Ecuatoriana de Genética Humana (SEGH) y Yachay”, asegura el genetista César Paz y Miño en su columna del 22 de abril en diario El Telégrafo.
Plan V consultó con la Escuela Politécnica del Litoral (ESPOL), la Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE y la Escuela Politécnica Nacional (EPN) y ninguna se sumó a la iniciativa.
La idea de marcha convocada por la SEGH no se concretó porque su presidenta, Paola Leone, estaba fuera del país. Pero la de Yachay, en Imbabura, sí.
250 personas marcharon en Urcuquí
En el campus de la Universidad Yachay Tech se convocaron alrededor de 250 docentes y estudiantes. Desde allí avanzaron 2,5 kilómetros hasta el parque central de Urcuquí, cantón situado a 3 horas de Quito.
Aunque no hubo autoridades de la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), su motivo de manifestación era una celebración más que un reclamo: “Aquí en Ecuador marcharemos en apoyo al crecimiento de la inversión en ciencia y educación; por la unidad de todos quienes hacemos ciencia en el Ecuador; y como apoyo a las otras marchas, sucediendo en el resto del mundo”, dice en el ‘qué y por qué’ de la marcha en la web de Yachay Tech.
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El organizador y docente estadounidense de geología en Yachay, Luke Bowman, reiteró esta filosofía en una entrevista con Plan V: “No queríamos amarrar la marcha a la política, sino celebrar la inversión que el gobierno ha dado a la ciencia… El Ecuador no sigue la tendencia que enfrentan otros países donde hay políticos que están reprimiendo la ciencia o ignorándola, por ejemplo en cambio climático y energías renovables, campos activos de estudio en este país”.
La marcha contó con el apoyo del gobierno de Urcuquí y en el parque central se levantó una plataforma en la cual los estudiantes podían tomar la palabra para contar ‘por qué la ciencia es importante para mí’.
La sombra de la política en Yachay
Esta universidad pública fue creada en 2014 por el presidente saliente Rafael Correa y ha sido criticada por corrupción, problemas administrativos y sobresueldos. Mientras en todo el mundo la convocatoria para la marcha fue en reclamo del olvido de los Estados y en busca de mayor reconocimiento y presupuestos, en Ecuador fue una celebración.
Al respecto, César Paz y Miño considera que la manifestación “nada tiene que ver con el gobierno, es una marcha mundial que pide más compromisos de los Estados con la ciencia… Yo creo que se ha hecho mucho en este país, pero falta aún más, y de eso se trataba la marcha, el aún más”, dijo a Plan V.
Según René Ramírez, titular de la Senescyt, Ecuador invierte 1,88 % del Producto Interno Bruto (PIB) en tecnología e innovación, lo que representa alrededor de $ 1900 millones. Sin embargo, el Banco Mundial reporta un incremento del 0,052 % (2001) al 0,34 % (2011), que muestra un crecimiento exponencial de dos décimas pero no se acerca todavía al 1 %.
¿Es pertinente que una universidad pública convoque a una marcha por la ciencia para celebrar el apoyo a la inversión cuando en el resto del mundo se reclaman presupuestos? Lo cierto es que Yachay puso a Ecuador en el mapa mundial de marchas por la ciencia aunque detrás esté la sombra de la política.
Fotos: Yachay.
Este artículo originalmente se publicó en Plan V.
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